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Proyectos que transforman el comercio y mejoran nuestras ciudades.

De emprendedor tardío a tecnólogo escéptico… con los pies en la calle.

No soy de los que vendieron limonada a los seis años.
Tampoco fundé mi primera startup en la universidad.
Soy un emprendedor tardío, de los que antes pasaron por muchas vidas, muchos trabajos y más de un callejón sin salida.

Empecé en el mundo técnico, entre servidores, cables y líneas de código. Fui programador, responsable de sistemas, administrador de redes. Todo eso antes de que la palabra “emprendedor” sonara bien en LinkedIn. Y mucho antes de saber que acabaría fundando Neuromobile, una empresa con 12 años de recorrido que ha crecido sin fuegos artificiales ni rondas millonarias, pero con una idea clara: la tecnología solo vale si ayuda a alguien de verdad.

A lo largo del camino he aprendido que emprender no es ese paseo épico lleno de unicornios y pitchs de ensueño. Es incertidumbre, decisiones que duelen, llamadas que no devuelven y madrugones que no salen en los titulares. Y aun así, volvería a hacerlo.

Hoy combino mi rol como CEO con el de divulgador, formador y aliado de otras personas que están intentando sacar adelante sus ideas. Me interesa especialmente ayudar a quien empieza, porque sé lo que es hacerlo sin padrinos ni red de seguridad. Y porque creo firmemente que compartir lo aprendido —incluidos los tropiezos— es parte del juego.

¿Lo que me define? Quizás esto:
🔹 Cuestiono todo lo que suena demasiado perfecto.
🔹 Prefiero una conversación honesta a un discurso brillante.
🔹 Y no tengo problema en cambiar de opinión si alguien me hace pensar de verdad.

Si quieres profundizar más en mi historia, mis proyectos y lo que me quita el sueño últimamente… estás invitado


Raul Serapio hablando de comercio local
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