IIII Foro Nacional de Agentes de Desarrollo Local: del discurso a la acción (si llega)

Lo mejor del foro no fue lo que se dijo. Fue lo que se compartió sin filtros. Crónica sesgada del III Foro Nacional de ADL.

COMERCIO

Raul Garcia Serapio

6/23/2025

El III Foro Nacional de Agentes de Desarrollo Local, celebrado en San Pedro del Pinatar, dejó una sensación extraña pero estimulante. Por un lado, ponencias inspiradoras, bien trabajadas, con experiencias reales y discursos articulados sobre temas como la creatividad, la cultura o la educación. Por otro, una parte de mí (la que duda más que aplaude) seguía preguntándose si todo eso conectaba de verdad con los territorios que dicen transformar.

Lo confieso: tengo un sesgo con ciertas iniciativas culturales que me parecen más pensadas para ser presentadas en un foro que vividas en un barrio. Pero también reconozco cuando algo me desmonta ese prejuicio. Y en este foro, algunos proyectos lo consiguieron: medibles, sostenidos en el tiempo, con comunidad implicada.

Me gustó ver propuestas que bajan del cartel al suelo. Que no son solo pancarta, sino práctica. Y aprendí. Aprendí bastante. Especialmente cuando pude escuchar más allá del atril, en los márgenes, en los cafés, en los pasillos.

Y ahí es donde entendí que lo mejor del foro no fue lo que se dijo, sino lo que se compartió sin filtros: realidades duras, preguntas sin respuesta y gente empujando desde la trinchera. Porque aunque hubo mucha reflexión, también faltó concreción. Eché en falta que se pusieran soluciones encima de la mesa, Cuesta, claro. Especialmente cuando estás en tierra de nadie: sin competencias claras, sin recursos estables y con un pie en la administración y otro en quien sabe donde.

Pero justo por eso foros como este son necesarios. Porque permiten ver que hay más gente empujando. Que no todo está dicho. Y que, con voluntad y algo de estructura, podemos pasar del diagnóstico compartido a la acción compartida.

Temas del programa que importan

  1. Economía social: presente en múltiples intervenciones, pero con más fuerza en la práctica que en el discurso.

  2. Emprendimiento local: sí, pero con los pies en la tierra. Desde viveros hasta coworkings con propósito.

  3. Sostenibilidad y transición ecológica: muchas intenciones, pocos indicadores. Tema a seguir.

  4. Gobernanza y coordinación entre niveles: aún verde. Se nota la necesidad de más autonomía técnica.

  5. Casos reales de impacto: hubo varios, y se agradece. No todos eran replicables, pero sí inspiradores.

  6. Revitalización comercial y talento digital: aún en fase de diagnóstico en muchos territorios.

La charla que se llevó el aplauso (y las verdades)

Si hubo una intervención que dejó huella fue la de David Pino Merlo, director de Innovación y Economía Social del Ayuntamiento de Sevilla. Su estilo: directo, sin rodeos y con proyectos que hablan por sí mismos.

Algunas frases que dejaron eco (y algo de picor):

  • “No basta con hablar de economía social. Hay que ocupar espacio económico de verdad.”

  • “Hablar de comunidades es más incómodo que hablar de presupuestos. Porque implica ceder poder, no solo gestionarlo.”

  • “La innovación no está en Silicon Valley, está en un barrio que se organiza cuando nadie da un duro por él.”

Proyectos con impacto (que no son solo teoría)

  • Librerías salvadas por cooperativas.

  • Comunidades energéticas en barrios vulnerables.

  • Plataformas de reparto donde los riders son los jefes.

  • Cohousings urbanos con liderazgo femenino.

Ideas que me llevo (y que comparto... o no 🙂)

  1. Ocupemos el espacio económico desde lo colectivo.

  2. La tecnología no es neutra: o la usamos nosotros, o la usan contra nosotros.

  3. No basta con crear empresas. Hay que acompañarlas 10 años después.

  4. Innovar es seducir con inteligencia emocional colectiva.

  5. La próxima gran revolución no será tecnológica. Será comunitaria.

  6. He aprendido más sobre cooperativismo en una hora que en años de teoría. Era un tema que me quedaba lejano. Ya no tanto.

Cuando la DANA sacó a flote el valor de los ADL

Uno de los momentos más reveladores del foro fue escuchar el testimonio de un agente de desarrollo local que estuvieron en primera línea durante episodios de emergencia como la DANA. En territorios donde el agua lo arrasó todo (literal y administrativamente), fueron ellos los que articularon las primeras respuestas. Los que abrieron espacios, contactaron con comercios, organizaron redes, atendieron vecinos, coordinaron lo incordinable.

Y lo hicieron muchas veces sin protocolo, sin medios, sin que nadie les dijera “esto te toca a ti”. Porque no les tocaba. Pero estaban. Y eso marca una diferencia que ningún organigrama refleja.

Ese tipo de experiencias no se pueden olvidar. No solo por lo que dicen de su capacidad operativa, sino porque muestran claramente el lugar que deberían ocupar en cualquier estrategia territorial seria. Un ADL es alguien que conoce el terreno, que sabe cómo se mueve la comunidad y que, cuando hay que actuar, lo hace sin esperar instrucciones.

Coworkings que laten como territorio

Uno de los conceptos que más me resonó durante el foro fue el del coworking no como espacio decorativo, sino como pieza estratégica en la activación local. No hablamos de oficinas compartidas con buena wifi y cafeteras de cápsula. Hablamos de espacios donde conviven autónomos, microempresas, proyectos comunitarios, formaciones, mentorías y encuentros improbables que generan economía real.

Un coworking bien dinamizado puede convertirse en el corazón económico, social y cultural de una localidad. Puede ser sede de cooperativas, punto de encuentro entre el ayuntamiento y la ciudadanía activa, motor de ideas y espacio donde se validan (con trabajo y no con eslóganes) las políticas de desarrollo local.

Me quedo con esa imagen de un coworking vivo: uno donde el técnico municipal pasa a saludar, el emprendedor encuentra aliados, y los vecinos saben que ahí se mueve algo que les puede afectar (para bien). No hay nada más transformador que un lugar que se convierte en hábitat.

No es decorado. Es herramienta. Y, sobre todo, es símbolo de que el desarrollo local no necesita macroinfraestructuras para empezar. Solo voluntad, gente con ganas y alguien que sepa abrir la puerta y decir: "Esto es para ti también".

La mesa redonda que debería ser el centro

La mesa sobre el rol del ADL con representantes de distintas comunidades fue, sin duda, el momento más potente del foro. Porque ahí se habló claro. Sin maquillaje. Se compartieron las miserias, se señalaron bloqueos reales, y se reclamó el lugar que corresponde a quienes dinamizan el territorio desde lo invisible.

Ahora bien, faltaron soluciones concretas sobre la mesa. Ideas que se puedan activar, replicar o al menos intentar en cada territorio. Quizá porque el espacio aún está a medio construir, o quizá porque seguimos en tierra de nadie: con competencias difusas, pocos recursos y una estructura institucional que no siempre entiende el valor estratégico de estos perfiles.

Eso sí, el reconocimiento está llegando (a veces a trompicones) y cada vez hay más conciencia de que los ADL no pueden seguir esperando a que alguien les dé voz: tienen que ejercerla. Con datos, con ejemplos, con acción.

Ese foro necesita convertirse en un punto de articulación real, donde lo que se exponga no solo sea diagnóstico sino también hoja de ruta compartida.

👉 Y una forma de avanzar en esa dirección podría ser incluir talleres prácticos en los que no solo participen los ADL, sino también quienes trabajan con ellos: técnicos de otras áreas, agentes sociales, dinamizadores culturales, responsables políticos, etc. Si todos comparten dinámicas, barreras y soluciones, quizá entonces empecemos a ponernos de acuerdo.

Porque el desarrollo local no se hace en solitario. Y tal vez el foro no deba ser solo un escaparate, sino un laboratorio común de acción territorial.

👉 Propongo que esta mesa se convierta en un compromiso anual. Un espacio donde se diga: esto hicimos desde el último foro, esto queremos para el siguiente. Nada de informes, resultados compartidos por quienes pisan calle.

Pensamientos finales.

Menos marketing de territorio. Más trabajo de territorio.

Y si hay economía social, que sea viable. Y si hay sostenibilidad, que no solo esté en la pancarta. Porque los ADL, esos que tienen poco altavoz pero mucho que decir, ya saben distinguir entre proyectos con alma… y los que solo tienen nota de prensa.

Una idea que debería instalarse con fuerza es la de que cada foro sirva para poner objetivos comunes sobre la mesa: retos compartidos, líneas de actuación concretas, compromisos mínimos asumibles desde lo local. No puede ser solo una cita para inspirarnos. Tiene que ser también un punto de encuentro para rendir cuentas de lo hecho, identificar avances y reajustar el rumbo entre todos.

Y si además tenemos referentes como David Pino pegando patadas al avispero, mejor. Porque lo que necesitamos no es consenso de salón, sino acción con calle, con datos y con comunidad.