Reto a una Pausa por el comercio local (con café, historias y algo de calle)

Una carta abierta a Marta García Aller y su equipo: ¿hacemos una Pausa para hablar del comercio local… con calle, anécdotas y verdades que no caben en un informe?

COMERCIO

Raul Garcia Serapio

5/21/20253 min read

pausa por el comercio local
pausa por el comercio local

Hola Marta,👋

Te escribo después de escuchar uno o dos o tres de tus podcast en el coche. Se agradece que se profundice en temas que parecen obvios, pero con una mirada distinta, sin prisas ni postureos. Es como escuchar una conversación entre gente con la que me tomaría un café todos los dias. Y eso, en estos tiempos, es un regalo. Al grano

Llevo tiempo lidiando con proyectos del comercio local. El de las AAPP optimistas o la nota de prensa con cinta de inauguración. El que está en la calle, aguantando.

Vengo de familia de floristas pero me dedico a tecnología hace muuuchos años y estoy en proyectos de innovación abierta con grandes centros comerciales. Hace unos años decidí ver que se podía hacer con el comercio local del que llevamos años escuchando se está muriendo. Y bueno llevo conectado al día a día de comerciantes, técnicos, concejales... Y lo que veo no es falta de ganas. Es un desajuste brutal entre lo que se necesita y lo que se ofrece.

Como me estaba costando entender que ocurría, por salud mental, me hice una IA a la que llamé FIEL. Entrenada con más de 90 horas de charlas reales: transcripciones, mails, debate con todos los actores de la dinamización de la economía local. Y le pregunté: ¿por qué se muere el comercio local? Me devolvió verdades como puños(y obvias): gestión que no llega, entidades sin funciones claras, formación enlatada, campañas que no conectan, concejalías silenciadas o bloqueadoras, técnicos frustrados y frustrantes, empresas que han hackeado el sistema de licitaciones... Y una coordinación... bueno, mejor dicho, una falta de.

Las ciudades menos inteligentes, cada vez más iguales. Con cada tienda que baja la persiana no solo se pierde una actividad económica, se pierde un punto de encuentro. Porque una tienda de barrio no es solo un lugar donde comprar. Es el sitio donde saludas sin pedir nada, donde alguien te pregunta si tu madre está mejor, donde se cruza el '¿cómo vas?' con un consejo o una anécdota.

Es un espacio social, invisible en los datos, pero clave en la vida. Lo hemos normalizado tanto que ya no lo vemos. Y cuando lo perdemos, lo echamos de menos sin saber por qué el barrio se siente más frío. También puede ser la salvacion del comercio local, convertirse en puntos de recogida de paquetes.

Y los jóvenes no abren o mantienen tiendas. Y las soluciones, siempre las mismas pero con distinto logo. He visto cosas que si te las cuento, no te las crees. O sí.

Los Simpsons que siempre predicen las cosas tienen un capítulo del cierre de la bolera, donde Homer en su absoluta sapiencia grita algo así como: “¿Por qué van a cerrar un sitio donde no va la gente hace años??

Campañas sin público. Subvenciones sin evaluación. Reuniones eternas para decidir si poner un lazo rojo o azul. Y proyectos preciosos que se quedan en el cajón porque el trámite no encaja. También he visto gente increíble dentro del sistema. Gente que rema aunque el viento sople en contra. Gente que, si te paras a escuchar, te cuenta cosas que valen oro.

Y aquí viene el reto: ¿te animas a hacer una Pausa sobre esto? No una mirada nostálgica, ni un "qué bonito era el comercio de antes". Algo real. De lo que está pasando ahora. De por qué no pasa lo que debería pasar, y qué, si seguimos así, igual un día no tenemos comercio donde hacer una pausa.

Me encantaría contarte lo que he visto, lo que me han contado, lo que no sale en los informes (y lo que sí). A ti y a tu equipo, Ana, Antonio y Andrés. Porque sois de las pocas que sabéis poner el foco sin gritar. Y porque esto da para mucho más que un titular. Da para conversación. De las buenas.

Así que si os animáis, aquí estoy (O quien toque). Con historias, anécdotas y ganas de que esta vez, sí se escuche.

Un abrazo con calle,

Raúl G. Serapio