No era un curso de IA. Era una excusa para hablar de ti

No era un curso de IA. Era una excusa para entender quién eres, qué quieres y cómo usar la tecnología con sentido. Sin humo. Con propósito.

PROYECTOS

Raul Garcia Serapio

6/29/20254 min read

Me ofrecieron dar un curso sobre inteligencia artificial y mi respuesta fue clara: no, gracias.
Ya hay suficientes hablando de prompts como si fueran hechizos.

Pero luego lo pensé mejor.
Si lo enfocaba a mi manera (sin humo, sin fórmulas mágicas), quizá sí valía la pena.
No para hablar de IA, sino para usarla como excusa.

Una excusa para hablar de ti, de lo que haces, de lo que quieres hacer, y de cómo usar la tecnología con propósito.
Porque la IA, por sí sola, no te va a arreglar la vida.

¿De qué iba el curso, en realidad?

El título sonaba técnico y formal: “Desarrollo profesional con IA, análisis de competencias y aprendizaje informal.”
Pero lo que hicimos fue otra cosa. Más cercana. Más útil

No era un curso de herramientas.
Era un espejo.

Un espacio para entender quién eres, cómo trabajas y hacia dónde quieres ir.
Y todo eso, sí, usando inteligencia artificial. Pero bien usada.

Ser mentor te quita las gafas de Matrix

Llevo tiempo acompañando a emprendedores en fases muy distintas.
Y lo que más me impacta no es la falta de ideas, sino lo poco ubicados que están muchos incluso cuando ya han arrancado algo.

Hay ganas, sí.
Pero sin rumbo, sin foco, sin estrategia.
Con muchos cursos, sí… pero sin mapa.

Por eso diseñé este curso como lo habría necesitado yo mismo hace años: sin humo, sin gurús, sin paja.
Solo pasos concretos.

Paso 1: Conocerse con IA (sí, es posible)

Toda la parte de autoconocimiento la realizamos con herramientas de IA que he diseñado yo mismo.
Herramientas que no escupen informes automáticos, sino que provocan reflexión y dan contexto.

Aplicamos modelos como DISC —bien trabajado, no en modo test online de domingo— y lo cruzamos con análisis personalizados que nos ayudaban a detectar patrones de comportamiento y puntos de fricción.

Después vino el DAFO personal, trabajado de forma honesta.
Y el CANVA personal, para visualizar de forma sencilla nuestro "modelo de negocio humano".
¿Quién soy? ¿Qué ofrezco? ¿Qué necesito para avanzar?

Porque no, no era un horóscopo GPTero ni una sesión de coaching con frases de taza.
Y si no sabes a qué me refiero, echa un ojo a esta reflexión sobre horóscopos IA y otros delirios digitales.

Paso 2: Objetivos, pero de verdad

No bastaba con describirse. Había que decidir.

Así que cada persona formuló objetivos profesionales claros, alineados con su propósito y con lo que de verdad le motiva.

Nada de "quiero mejorar". Eso no sirve.
Queríamos saber:

📍Dónde estás
🎯A dónde quieres llegar
🛠️Qué necesitas para hacerlo

Paso 3: Un plan. Con plazos. Con IA como aliada.

Una vez entendido el punto de partida y el destino deseado, tocaba diseñar la ruta.

Un plan de acción a 6 meses para cambios concretos.
Una visión a 1 año para no perder el foco.
Un horizonte a 3 años para construir con sentido.

Y aquí sí, entra la IA como aliada táctica:

Para comunicar mejor: emails, presentaciones, marca personal.
Para gestionar el tiempo y no perderte en tareas irrelevantes.
Para poner en marcha ideas, proyectos o procesos con estructura.
Para entrenar habilidades como la negociación, la redacción o el liderazgo informal.

Nada de promesas vacías.
Solo tecnología útil cuando sabes lo que quieres hacer con ella.

Como ya conté en Automatizar no es magia (y tampoco es para todos), lo difícil no es usar herramientas, sino decidir con criterio cuándo y para qué.

¿Y el aprendizaje informal?

Lo otro que trabajamos fue lo que yo llamo la “otra IA”: Inteligencia Adquirida.

La que viene del ensayo y error.
De observar a otros.
De compartir, de practicar, de equivocarte.
Y de volver a intentarlo, esta vez con más criterio y menos miedo.

Aquí sí.
Aquí fue donde enseñé a usar modelos de lenguaje.

Pero no para hacer el enésimo prompt viral ni para que generaran ideas al tuntún.
Cada persona utilizó estas herramientas con un objetivo concreto y adaptado a su contexto profesional.
No hubo “usa esto para todo”.
Hubo: “usa esto para ti, para lo que quieres conseguir, para lo que te falta por resolver.”

Porque si no tienes un propósito, lo único que vas a conseguir con la IA… es perder el tiempo más rápido.

Y por si quieres sacar aún más jugo, aquí te dejo a Doctor Prompenstein, el creador de prompts monstruosamente útiles, que te puede ayudar a no empezar desde cero.

¿Y los casos reales?

Estos son solo algunos de los perfiles que llegaron aquella tarde al curso.
Cada uno con su mochila, sus expectativas... y, en muchos casos, con la idea de que iban a “aprender IA”.

Sí, al final usaron IA.
Pero antes… tuvieron que enfrentarse a lo que realmente querían hacer con su vida profesional.

Un desempleado que quería dejar de tirar CVs al aire y centrarse en un puesto concreto, con estrategia y enfoque.
Un psicólogo que se veía desbordado por la gestión diaria y encontró cómo automatizar tareas sin deshumanizar a sus pacientes.
Diseñadoras de interiores que buscaban formar una asociación, pero primero tenían que alinear su propósito personal.
Especialistas en marketing que, entre algoritmo y algoritmo, notaban que la ola de la IA ya les estaba mojando los pies.

Ninguno esperaba que la primera pregunta fuera: “¿Qué quieres construir tú, sin tecnología delante?”

Y los resultados fueron buenos.
Todos salieron con un plan.
Y alguno —porque sigo en contacto— sigue con él, avanzando, corrigiendo, construyendo.
Con IA, sí. Pero sobre todo, con intención.

¿Funcionó?

Vi a la gente reconectarse con su propósito profesional.
Vi ganas de experimentar.
Vi conversaciones reales sobre lo que cada uno quiere construir.

Y vi algo más importante:
Que la IA no sirve de nada si no sabes hacia dónde vas.
Que un modelo de lenguaje no puede reemplazar tu modelo de vida.
Y que, por muy buenos que sean los algoritmos, el único prompt que marca la diferencia… es el que te haces tú delante del espejo.